Vinos argentinos divertidos 4.86/5 (7)

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Vinos argentinos

Por Alejando Maglione

@MaglioneSibaris

Se puede decir que en la Argentina se vive una suerte de frenesí de cambios en torno al vino.

Cambian las formas de vinificar, retornando a los toneles y poniendo de lado las coquetas barricas. Incluso se desempolvan las viejas cubas, maltratadas durante lustros, a excepción de alguna bodega tradicional como la de la familia López, que no se dejaron llevar por la locura de los cambios y hoy terminan luciendo como los más aggiornados. Fueron estos mismos López que no se dejaron llevar por el tsunami de los varietales, conservando sus vinos insignia como el Montchenot y el Château Vieux su característica de ser vinos de corte.

Vino Argentino
Vino Argentino

Hoy hay también un frenesí buscando la originalidad de las etiquetas. Los nombres pueden rozar lo ridículo y el diseño no puede ser más desafiante. “Callejón del Crimen”; “Ji, ji, ji” (tal como lo lee), “Verdes Cobardes”; “Biutiful” (tal como lo lee); “Manos Negras”; “El Vuelo del Chamán”; “Punto Final” (los comerciales me explicaron que el original nombre resultó de la exclamación del dueño de la bodega luego de una larguísima jornada, “para mí este es el punto final”, y ahí nomás los creativos encontraron el nombre alabando el ingenio de quien los había contratado al efecto.

Los diseños, muchos de ellos audaces y otros ingeniosos, se explican porque procuran que los vinos de precios bajos y medios atrapen la mirada de los compradores (eye catchers). Y esto no es solo que se busca la primera compra, sino que se busca la recordación. El dueño de una importante enoteca me explicaba que muchas veces vienen clientes que no desean gastar demasiado, entonces les recomienda un vino. Al poco tiempo regresan elogiando el vino recomendado y solicitando otro para llevarse. El pobre vendedor debe hacer pininos para saber de cuál vino se estaba hablando. Cosa que, según el experto comerciante, este problema se resuelve rápidamente si la etiqueta es del formato “eye catcher”.

Para mí, una de las etiquetas más divertidas fue una que sacó la familia Santos para su vino Tercos, que mostraba a un burro tirando de la cuerda que lo sujetaba y logrando arrancar la punta de la misma. Los hijos del patriarca de la bodega juran que no pensaron en su padre al diseñarla. En fin…

Vino Terco
Vino Tercos

Esta barrera de los nombres y las etiquetas fosforescentes no ha llegado, ni hay sospechas de que lo hagan, a los vinos de alta gama.

Algunas bodegas relanzan marcas que fueron exitosas en el pasado. Por ejemplo, lo acaba de hacer la bodega Nieto & Senetiner, que tomó una marca de alta gama –Cadus- de gran suceso en el pasado, que hoy cuenta con una bodega propia e independiente en la que se producen distintos vinos con esta marca.

Obviamente, la elaboración va sufriendo regresos al pasado, como el resurgimiento de la cepa Chenin, de moda en los ’80 y luego pasada al olvido como tantas otras. Ver que reaparecen vinos hechos con Moscatel. O que la ola “petit verdot” viene creciendo, nos indican que el mercado está realmente inquieto y busca horizontes que lleve a la Argentina a jugar con cepas que le den algo de descanso al crecimiento que ha tenido su afamado Malbec. Al mismo tiempo, buscan enamorar del vino a los jóvenes menores de 30 años, y quizás toda esta artillería también apunte a eso. Al fin y al cabo, los vinos “filosos” de ayer, lastimaban sus paladares, alejándolos del consumo.

Conclusión: la viticultura argentina no se da descanso. Los jugadores que han entrado a la cancha desafían muchos de los viejos conceptos. El resultado final todavía está por verse.

vinum731

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