El éxito en las visitas a bodega 5/5 (9)

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Foto vinummedia (Bodega Pisano - Uruguay)
José Luis Martínez Díaz (Foto vinummedia)
José Luis Martínez Díaz (Foto vinummedia)

Asegurarnos el éxito en una visita a nuestra bodega depende de numerosos factores, la mayoría de ellos controlables, aunque, como todo, requiere cierta preparación y trabajo previo, ya tratemos de atender a unos turistas o agasajar a clientes, distribuidores, políticos o famosos. Con anterioridad, tenemos que haber dispuesto de un “vídeo resumen” de la zona de producción y de la compañía y puesto en valor todo aquello que hace que la visita de nuestras instalaciones tenga algo de peculiar y de significativo.

En primer lugar, se hace necesaria la inspección previa de un itinerario que ha de quedar totalmente claro, a no ser que unos de los propietarios o directivos improvisen en un determinado momento, algo que aporta naturalidad, pero que puede poner “en jaque” al responsable de las visitas. Por tanto, conviene que desde Dirección hasta el último operario que pueda cruzarse de la visita estén informados, siempre que se pueda, dado que, en ocasiones, por razones de seguridad no es posible o para tratar de salvaguardar la identidad de algún cliente.

Tenemos en cuenta que no sólo interviene la limpieza, sino que, al tratarse de una industria, podemos pasar por zonas en las que haya un excesivo olor o carga de sulfuroso o que –como he visto con mis propios ojos- unos operarios rompan sin pudor delante de una visita técnica sacos de chips y los vacíen en un contenedor, dejando en un difícil compromiso al responsable de la visita. En ocasiones, aludiendo a cuestiones relativas a Calidad, vestimos a nuestros visitantes con batas blancas desechables, algo que no recomiendo para nada.

Hay también que señalizar convenientemente las zonas peligrosas del itinerario (jaraíces, canalizaciones, etc.) y, en la medida de lo posible, evitar barreras arquitectónicas, dado que podemos tener visitantes con movilidad reducida, y prever la necesidad de dotar de servicios en diferentes zonas del recorrido cuando las bodegas tengan una superficie notable

La visita ha de transcurrir con naturalidad, saludando por su nombre a los operarios que nos encontremos en el camino y aclarando todas las dudas que vayan surgiendo, aunque nos detendremos en las zonas que nos van a reportar una mejor imagen, como la sala de envejecimiento o los edificios sociales, incluida la sala de reuniones y la de cata.

Siempre que haya desplazamientos, hay que preguntar por el viaje, ofrecer una recepción y dar tiempo para decidir una reunión previa o explicar en qué va a consistir la visita. Lo ideal es concluir la visita en nuestra tienda, después de una cata comentada o degustación, dependiendo del número de visitantes, incluyendo.

Evidentemente, hay múltiples tipos de visitas. Desde las corporativas que se hacen con alumnos de colegios e institutos para que conozcan nuestras instalaciones, hasta visitas comerciales e institucionales, pasando por aquellas en las que se cobra con diferentes posibilidades que se brindan (visita, visita con cata, visita con cata y almuerzo, etc.). No obstante, la mayoría de las recomendaciones son de sentido común, tales como tener la posibilidad de atender visitas en diferentes idiomas, disponer de facilidades de aparcamiento, tener un horario amplio en días laborales y en fin de semana…

Sólo cuando seamos conscientes de que podemos atender ciertas necesidades, podremos enarbolar la bandera del Enoturismo, siempre apoyándonos y complementándolos con las ofertas sectoriales de nuestra comarca, sin dejar de lado Museos del Vino, tabernas, alojamientos con encanto, resto de museos, monumentos, etc.

De los cientos de visitas que he atendido personalmente me quedo con una que realizó un octogenario belga que por su insistencia durante años abrió una vía de comercialización en su país para poder consumir allí el vino que bebía durante sus vacaciones en España. Quiso conocer “ad hoc” la sala de envejecimiento en la que se criaba su vino preferido, algo para lo que tuvimos que acceder a que pasar con el coche. “Ya me puedo morir tranquilo”, exclamó.

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